¿Elegimos?
La política es sorprendente. La política española lo es aun más. El pasado 15 de febrero, el en estos momentos presidente de nuestro país, Pedro Sánchez anuncia la celebración de elecciones generales para el 28 de febrero. ¿Decisión meditada por parte del ejecutivo o maniobra de escape ante la poca popularidad que este gobierno tiene entre grandes sectores de la población? La realidad es que, en la fecha indicada, tenemos una cita con la democracia para ejercitar nuestro derecho a voto en los colegios electorales repartidos por todo lo largo y ancho de nuestra geografía.
La noticia que anunciara Pedro Sánchez no tardó en hacerse eco en todas partes y fue acogida con alegría por muchos y con cierto desconcierto e incertidumbre por otros tantos. Entre nosotros, los alumnos, estas elecciones generales suponen para muchos, la primera oportunidad de participar activamente en el juego político más allá de acudir a manifestaciones y demás demostraciones políticas.
Gran responsabilidad es la de votar y más aún la de votar conscientemente. En estos casos, y teniendo en cuenta la situación por la que pasa nuestro país, no será posible dar nada por sentado y caer en la desidia que suponía el votar hace unos años, donde la paleta de colores donde elegir era cuanto menos, más reducida
En ese contexto de inseguridad e indecisión solo cabe una respuesta; información. Aunque la idea de decantarse por una opción u otra pueda resultar confusa, tan solo es necesario ser consciente de los valores que cada uno posee y quiere poseer para, en base a estos ideales, realizar su elección. Votar supone sencillamente una reivindicación de tus ideas, tratar de hacer valer tus intereses. La única forma de hacer esto será siendo plenamente consciente de todas las opciones que se presentarán ante nosotros el día que nos enfrentemos a la mesa electoral.
Y es que, realmente, es así de sencillo. Sin embargo, si buscamos problemas, estos emergen rápidamente. El mayor de todos, el hecho de encontrarnos ante una clase política que atraviesa una seria crisis de desprestigio entre la población en general y entre los alumnos de nuestra universidad en particular. Crisis que está además promovida por las actuaciones tanto del gobierno como del resto de fuerzas políticas presentes en un parlamento sobre el que se cierne la sombra de la desconfianza social y el escepticismo.
Ante esta situación de enfermedad política, Sánchez nos ofrece la pastilla que todo escepticismo cura, elecciones generales. Nos ofrece la capacidad de declarar, secretamente, claro está, cual es la que consideramos como mejor opción para enfrentar la situación actual de nuestro país. Y una pastilla tan efectiva no debería ser desperdiciada.
Es perfectamente posible y verdaderamente plausible en este caso, que no veamos los resultados que esperamos, pero nunca podremos decir que no hicimos todo lo que estaba en nuestra mano para intentar cambiar aquello con lo que no estábamos de acuerdo.